Coaching para jinetes: la técnica de sentir frente a escuchar.
¿Cómo dominar la técnica ecuestre sin recurrir al pensamiento crítico y al control excesivo que tanto perjudica a las capacidades naturales del jinete?
Tiene sentido construir cualquier modelo de enseñanza sobre la mejor comprensión posible del aprendizaje natural, que es el proceso de aprendizaje con el que todos nacemos. Cuanto menos interfiera la instrucción con el proceso de aprendizaje implícito en el ADN humano, más rápidamente se observarán los progresos. Cuanto más libre de miedos y de dudas esté el jinete, más fácil va a resultar seguir el camino del aprendizaje natural.
Para comprender cómo usar el conocimiento técnico es muy importante reconocer que la experiencia antecede al conocimiento técnico. Mediante la experiencia el jinete va haciendo pequeñas correcciones hasta llegar a un salto definitivo que vale la pena repetir. Quizás con la intención de poder repetir esa forma de saltar o para enseñársela a otra persona, el jinete intenta describir ese salto mediante el lenguaje. Pero las palabras solo pueden representar acciones e ideas. El lenguaje que describe un salto no es el salto en sí mismo. Sólo puede indicar vagamente la sutilidad y la complejidad de un salto bien hecho. Recordar la instrucción no es lo mismo que recordar las sensaciones del salto en sí.
Aprender a desaprender para aprender de nuevo a sentir.
Al darnos a nosotros mismos una instrucción verbal queremos confiar en la forma conceptual de aprender una técnica en lugar de confiar en la forma experimental en que nuestro cuerpo la ejecuta de manera natural. Al pensar que un buen salto se debe al correcto acatamiento de una indicación verbal estamos preparando el terreno para una futura decepción. El error radica en no confiar lo suficiente en el jinete número 2 (ver artículo: “Un caballo, dos jinetes”) y haber dependido demasiado del jinete número 1. Es como si prefiriésemos considerarnos a nosotros mismos más como ordenadores que como seres humanos. Como consecuencia de ello, tendemos a perder la conexión directa con la memoria muscular, que almacena un conocimiento mucho más completo del salto que se busca. En una sociedad que se ha orientado tanto hacia el lenguaje como una forma de representar la realidad, es muy posible llegar a perder el contacto con la capacidad de sentir y de recordar los saltos. Este querer recordar la experiencia de un buen salto es una muestra fundamental de la confianza en el jinete número 2. Sin él, no se puede mantener la excelencia en ninguna disciplina hípica.
Coaching para jinetes: ¿Hablas mucho contigo mismo o buscas repetir una sensación?
Cuando se le da una instrucción verbal a alguien que no tiene en su almacén de experiencias la acción que le están describiendo, esa acción se acumulará en la mente como algo totalmente desconectado de la experiencia; se produce una escisión entre la memoria teórica y la memoria muscular.
A medida que comenzamos a usar una indicación verbal para juzgar nuestros saltos en lugar de prestarle atención a las sensaciones que experimentamos, la grieta entre la experiencia y la instrucción teórica se amplía cada vez más. La instrucción, usada como una serie de “deberías” y “no deberías”, interpone una sombra de miedo entre la sabiduría instintiva del jinete número 2 y la acción misma.
Si perdemos el contacto con nuestra capacidad para sentir nuestras acciones al depender demasiado de instrucciones verbales, podemos menoscabar nuestro proceso de aprendizaje natural y nuestro potencial para actuar. Por el contrario, si realizamos los saltos confiando plenamente en los instintos del jinete número 2, reforzaremos la conexión neurológica que conduce al mejor salto posible. Demasiadas instrucciones verbales, provenientes del exterior o del interior de la persona, interfieren en la capacidad de ejecución de los saltos. Esforzarse demasiado en seguir una indicación que no ha sido experimentada de forma vivencial puede producir una ejecución del salto rígida y mal coordinada que impida el logro de la excelencia. No hay nada que pueda sustituir al aprendizaje mediante la experiencia. Sin embargo, es posible que necesitemos aprender de nuevo a sentir, y también aprender de nuevo a aprender. Aprender a desaprender para aprender de nuevo a sentir.