Coaching para jinetes: una nueva forma de aprender.
El método tradicional de aprendizaje suele pasar por las siguientes etapas:
- Criticar o juzgar comportamientos pasados. Generalmente utilizamos un tono lleno de descalificaciones para señalar el tipo de ejecución realizada.
- Instarse a uno mismo al cambio repitiéndose continuamente órdenes verbales. Sucesión ininterrumpida de órdenes verbales tendientes a producir cambios de manera rápida y perfecta.
- Obligarse a hacerlo bien esforzándose mucho. El jinete número 1 intenta controlar la acción después de haberle dicho al jinete número 2 lo que tiene que hacer (ver artículo “Un caballo, dos jinetes”). No se confía en el jinete número 2.
- Juzgar críticamente los resultados. Es difícil no sentirse frustrado por los fracasos ni ansioso por los éxitos. Ambas emociones hacen perder la concentración e impiden experimentar plenamente aquello que está ocurriendo. Un juicio negativo de los resultados obtenidos hace que intentemos esforzarnos aún más; una evaluación positiva hace que intentemos obligarnos a seguir por ese mismo camino en el siguiente salto. Tanto el pensamiento positivo como el negativo inhiben la espontaneidad.
Coaching para jinetes: una nueva forma de aprender
Existe una forma diferente de aprender, basada en la observación sin juicio que genera resultados muy satisfactorios. Éstas son las claves:
- Observar sin juzgar. Observemos el salto tal como es ahora. No corrijamos nada, solo observemos sin interferir. La condición fundamental para el cambio es tener consciencia plena de la ejecución del salto tal y como es, sin ponerle etiquetas de “bien” o “mal”. Brindémonos la oportunidad de sentir el cambio que deseamos conseguir y luego observemos algunos saltos más.
- Visualizar el resultado deseado. No analicemos demasiado. Dediquemos un tiempo para imaginarnos a nosotros mismos haciendo un gran salto, usando el ritmo que nos sea más natural. No usemos órdenes. No intentemos corregir errores pasados.
- Confiar en el jinete número 2. Brindemos una oportunidad a nuestro cuerpo para que explore las distintas posibilidades. No importa cuáles sean los resultados, mantengamos al jinete número 1 alejado de este proceso. Luego, imaginemos mentalmente el movimiento del salto. Una vez que hayamos determinado en nuestra mente la imagen del nuevo movimiento, ejecutemos el salto de nuevo. Nada debe ser forzado. Dejémonos llevar por el proceso.
- Observaciones no críticas acerca del cambio y de los resultados. Observemos el nuevo salto sin controlarlo. Durante este proceso seguirá siendo importante sentir una cierta indiferencia respecto a los derribos. A medida que vayamos dejando que cambien algunos elementos del salto, otros se verán afectados, pero si seguimos con este proceso, dejando que el salto se ejecute por sí solo mientras nos mantenemos atentos y pacientes, los otros elementos del salto se irán ajustando paulatinamente. Dejemos que los cambios se produzcan. Solo será necesario hacer nuevos cambios cuando los resultados no se ajusten a la imagen visualizada. El proceso es increíblemente simple. Lo importante es experimentarlo, no intelectualizarlo.
La condición fundamental para el cambio es tener consciencia plena de la ejecución del salto tal y como es, sin ponerle etiquetas de “bien” o “mal”.
Cuidado con el retorno del jinete número 1
Cuando nos esforzamos en ejecutar un salto correctamente y lo conseguimos, obtenemos una satisfacción del ego. Sentimos que tenemos el control, que somos quienes dominamos la situación. Pero cuando simplemente dejamos que el salto ocurra por sí solo, no podemos realmente adjudicarnos ningún mérito. No sentimos que hayamos sido nosotros mismos quienes ejecutamos el salto. El sentido de logro personal y de mérito propio se ve reemplazado por otro tipo de satisfacción. Si un jinete compite solo para satisfacer los deseos del ego, es probable que permita que el jinete número 1 desempeñe el papel principal, a pesar de que los resultados sean peores.
Adjudícale el mérito al jinete número 2
Cuando un jinete siente lo que es dejarse llevar y permite que al jinete número 2 asumir el papel protagonista, no sólo ve cómo sus saltos son cada vez más perfectos, sino que experimenta una estimulante sensación de relajación. Al intentar repetir una buena ejecución de un salto el jinete suele permitir que el jinete número 1 vuelva a aparecer. Hay que intentar evitarlo y confiar en que el jinete número 1 irá encontrando un papel apropiado para él a medida que se progrese en el “arte de la concentración relajada”.