Coaching para jinetes: la identidad del jinete.
Mientras competimos, además de los relativos a la equitación, existen otros muchos deseos operando en nuestra mente. Parte del proceso para alcanzar un “estado de concentración mental consistente” radica en saber cómo resolver estos deseos contrapuestos. Si considerásemos la competición como un juego, podemos decir que este juego no es el único que tiene lugar en la pista.
Existen juegos subliminales que tienen lugar por debajo de las interacciones humanas. Lo que “parece” estar ocurriendo entre las personas no es más que una pequeña parte de la historia.
El resultado de una competición de equitación no nos define como personas.
Es difícil divertirse o alcanzar una total concentración cuando nuestro ego está metido en lo que considera que es una lucha de vida o de muerte. Mientras el jinete número 1 (ver mi post “Un caballo, dos jinetes”) esté participando en un “juego escondido” del que depende su imagen de sí mismo, el jinete número 2 nunca podrá expresar su espontaneidad y su calidad. Sólo cuando somos conscientes de las trampas que nos tiende el jinete número 1, podemos alcanzar un cierto grado de libertad. Entonces, podremos ver las cosas con objetividad y descubrir por nosotros mismos el “juego” que realmente vale la pena jugar.
Cada “juego” se compone de al menos un jugador, un objetivo, algún tipo de obstáculo entre el jugador y su objetivo, un espacio –físico o mental– en el que se desarrolla el “juego” y una motivación para jugar. Existen tres categorías de “juegos” según sus objetivos y motivaciones: 1) La Excelencia, 2) Las Relaciones y 3) La Salud y la Diversión. Dentro de cada una de estas tres categorías hay “sub-juegos”, con sus respectivos objetivos y motivaciones, e incluso, dentro de cada “sub-juego” hay numerosas variaciones. La mayor parte de los jinetes combinan dos o tres “juegos” de forma simultánea en sus mentes.
Coaching para jinetes: La ética competitiva
Muchos jinetes “serios” se plantean la competición como el “juego” de la Excelencia. Acaban por fijarse unos objetivos de excelencia que están más allá de sus posibilidades y muchas veces pasan a estar más frustrados y tensos en la pista que fuera de ella. La cuestión parece estar profundamente enraizada en la estructura básica de nuestra sociedad. Vivimos en una sociedad orientada hacia el éxito en la que las personas tienden a ser evaluadas o medidas por su capacidad en distintos ámbitos. El mensaje es básico y muy claro: seremos una buena persona merecedora de respeto únicamente si hacemos bien las cosas. La ecuación subyacente que se ha establecido entre la autoestima y el desempeño ha sido prácticamente universal. Se trata de una ecuación bastante opresiva porque significa que, en cierta medida, cada acción orientada hacia el éxito se convierte en un criterio para definir nuestro propio valor como persona. De ahí que las personas más inteligentes, atractivas y competentes tienden a verse así mismas como “mejores”.
Cuando el amor y el respeto dependen de ganar o de tener éxito en una sociedad competitiva, es inevitable que haya mucha gente que sienta falta de amor y de respeto –ya que cada ganador implica un perdedor y cada actuación sobresaliente implica muchas que son inferiores–. A la luz de todo esto, no es difícil ver por qué competir bien se ha convertido en algo tan importante para nosotros. Para salir de esta trampa, lo que hace falta es una clara comprensión de que el valor de un ser humano no puede medirse por medio de su desempeño.
No tiene sentido evaluarnos en comparación con otros seres que tampoco son evaluables. Somos lo que somos. Nuestra identidad no se reduce a lo bien que nos manejamos en un momento dado. El resultado de una competición de equitación no nos define como personas, ni nos da motivos para considerarnos más o menos importantes de lo que éramos antes del inicio de la misma.
El Coaching para jinetes es una magnífica herramienta para trabajar la autoestima y el juicio sobre uno mismo. Merece la pena hacer un trabajo personal para diferenciar entre el valor del jinete como personal y su valor como deportista.