Coaching para jinetes: el uso de la respiración.
En la competición es mejor elegir sólo un punto de concentración –el que funcione mejor en nuestro caso personal– y ceñirse a él. Durante el transcurso de un salto, lo más probable es que nos encontremos en un estado de relativa concentración en el que solo obtenemos conciencia de lo que ocurre en ese instante. ¡El momento crítico esta entre salto y salto! Después de una serie de saltos, la mente abandona su punto de concentración y está libre para vagabundear. Es en este momento en el que los pensamientos sobre el resultado, sobre algún derivo anterior, sobre nuestro negocio, nuestros hijos o la próxima comida pueden desviar nuestra energía del “aquí y ahora”. Entonces se hará difícil recuperar el mismo nivel de concentración para cuando se inicie el próximo salto.
Para mantener la concentración en el “aquí y ahora” durante las pausas entre los saltos debemos concentrar la atención en la respiración. Se necesita un objeto o actividad que siempre este presente. Prestarle atención a la respiración quiere decir simplemente observar la entrada y salida del aire, una y otra vez, siguiendo su ritmo natural. No quiere decir que uno debe controlar intencionalmente la respiración. Se trata de un fenómeno asombroso. Queramos o no, respiramos. La respiración tiene un ritmo muy básico. Cuando la mente sigue el ritmo de la respiración, tiende a aquietarse y a alcanzar la calma. La mejor forma de lidiar con la ansiedad es la de enfocar la atención en el proceso de la respiración.
Nuestras mentes sólo abandonan la realidad del presente cuando preferimos la irrealidad del pasado o del futuro.
La ansiedad es el miedo de lo que pueda suceder en el futuro y sólo surge cuando la mente se pone a imaginar el futuro. Cuando nuestra atención está en el “aquí y ahora”, las acciones que deben tener lugar en el presente tienen más posibilidades de ser llevadas a cabo con éxito.
En el instante en el que nuestra mente comience a divagar sobre si vamos a ganar o a perder la competición, la debemos traer suavemente de vuelta a través de la respiración y dejar que el ritmo natural de ésta nos relaje. De esta forma, cuando se inicie el siguiente salto, estaremos aún más concentrados que durante el anterior. Esta técnica no sólo resulta útil para evitar que la mente se queje de los errores anteriores, sino también para evitar que se vanaglorie de los saltos especialmente buenos.
Coaching para jinetes: dejar que intervenga el jinete número 2 (ver Un caballo, dos jinetes)
Para triunfar, tenemos que actuar con la mente despejada y estar totalmente concentrados en lo que estamos haciendo. La clave está en “no pensar”. Acallar la interminable charla mental para que el cuerpo pueda hacer instintivamente aquello para lo que ha sido entrenado, sin la interferencia de la mente. Cuando estamos totalmente inmersos en el momento presente y no hay separación entre nosotros y aquello que estamos haciendo, logramos experimentar la unidad completa del ser.
Siempre se requiere un cierto esfuerzo de concentración, un esfuerzo por abandonar el control que ejerce el jinete número 1. A medida que aumenta la confianza, el jinete número 1 se acalla y el jinete numeró 2 se hace más consciente y más presente, la capacidad para disfrutar aumenta y los buenos resultados comienzan a aparecer. Si somos capaces de atribuirle el mérito a quien corresponde y no pensamos que ya “sabemos” cómo hacerlo, es probable que los buenos resultados sean más frecuentes y duraderos.
El “yo número 2” aparece siguiendo su propio ritmo, cuando estemos listos para recibirlo –es decir, con humildad, respeto, sin esperarlo, colocándonos de cierta forma por debajo de él y nunca por encima–. Entonces, en el momento adecuado, el jinete número 2 aparece y podremos disfrutar de la ausencia del pensamiento del jinete número 1 y de la alegría que traen los buenos resultados. Si intentamos aferrarnos a este estado, se nos escapara. Si no sabemos apreciarlo, nos distraeremos y lo perderemos. Podemos pensar que aquello que está presente en ese estado es algo efímero que va y viene; pero en realidad, es algo que siempre está presente y quien se va y viene es uno mismo. El jinete número 2 puede que sea la única cosa que siempre ha estado “ahí” y que esté “ahí” durante toda nuestra vida. Los pensamientos vienen y van, pero el jinete infantil, el verdadero jinete, esta “ahí” y siempre lo estará mientras respiremos. Apreciarlo, disfrutarlo, es el mejor regalo que nos ofrece la concentración.
El “aquí y ahora” es el único tiempo y lugar en el que uno realmente disfruta o logra algo. La mayor parte de nuestros sufrimientos se producen cuando dejamos que la mente se ponga a imaginar el futuro o a rumiar sobre el pasado. Nuestro deseo de que las cosas sean distintas a lo que son, nos lleva a un mundo irreal y por lo tanto, nos impide apreciar lo que el presente nos puede ofrecer. Nuestras mentes sólo abandonan la realidad del presente cuando preferimos la irrealidad del pasado o del futuro.