Coaching para jinetes: el recorrido interior.
Cuando un jinete comienza a reconocer que aprender a concentrarse es más importante que cualquiera de sus saltos, pasa de ser un jinete del “recorrido exterior” a convertirse en un jinete del “recorrido interior”. Esto representa un cambio crucial de valores, en el que se pasa de los valores exteriores a los interiores. Sólo cuando un jinete realiza este cambio, consigue liberarse de las ansiedades y frustraciones asociadas a una excesiva dependencia de los resultados del “recorrido exterior”. Sólo entonces tiene la oportunidad de ir más allá de las limitaciones inherentes a los intentos de autopromoción del jinete número 1 (ver mi post “Un caballo, dos jinetes”), y de tomar conciencia de su verdadero potencial. La competición se convierte entonces en un interesante mecanismo en el que cada jinete, al esforzarse al máximo para ganar, le da a los otros jinetes la oportunidad que buscaban para alcanzar nuevos niveles de autoconciencia.
De esta manera, hay dos recorridos en la equitación: el primero, el “recorrido exterior”, en el que se intenta superar los obstáculos presentados por un jinete externo y en el que se compite para obtener algún tipo de premio externo; y el segundo, el “recorrido interior”, en el que se intenta superar los obstáculos internos, mentales o emocionales, para alcanzar nuestro verdadero potencial. Ambos recorridos se desarrollan de forma simultánea, de manera que no se trata de elegir entre los dos, sino de decidir cuál de los dos merece prioridad.
Casi todas las actividades humanas implican una parte exterior y una parte interior. Siempre hay obstáculos externos entre nosotros y nuestros objetivos externos, sea lo que sea que busquemos: riqueza, conocimiento, reputación, amistad, paz en la Tierra o, únicamente, algo de comida para la cena. Los obstáculos internos siempre están ahí; la propia mente que usamos para alcanzar esos objetivos externos se ve distraída por su tendencia a preocuparse, a lamentarse o a complicar las cosas, y causa así dificultades innecesarias. Es útil comprender que aunque nuestros objetivos externos son múltiples y variados, y requieren del aprendizaje de todo tipo de habilidades para alcanzarlos, los obstáculos internos provienen todos de una misma fuente, y las habilidades para superarlos son siempre las mismas.
La concentración en la equitación no es diferente de la concentración que se necesita para desempeñar cualquier otra tarea. Al aprender a dar la bienvenida a los obstáculos, estamos aumentando automáticamente nuestra capacidad para encontrar ventajas en todas las dificultades a las que nos enfrentemos a lo largo de nuestra vida. Así pues, cada progreso interior se aplica inmediatamente a toda la gama de nuestras actividades. Esta es la razón por la cual vale la pena prestarle atención al “recorrido interior”.
Coaching para jinetes: Adquiriendo estabilidad interior
La aptitud más indispensable para los seres humanos en estos tiempos es la capacidad para conservar la calma en medio de cambios bruscos y desestabilizadores. La estabilidad interior se logra adquiriendo la capacidad para ver la verdadera naturaleza de lo que está sucediendo y reaccionando apropiadamente. Entonces, la reacción del jinete número 1 ante esa situación no podrá perturbar nuestro equilibrio y claridad interior. La inestabilidad, por el contrario, es una condición del ser en la que perdemos con más facilidad el equilibrio cuando el jinete número 1 se siente contrariado ante un hecho o circunstancia. El jinete número 1 tiende a distorsionar su percepción del hecho y nos lleva a actuar de forma equivocada, lo que a su vez, ayuda a crear circunstancias que perjudican aún más nuestro equilibrio interior –el típico circulo vicioso del jinete número 1–. El estrés del jinete número 1 resulta opresivo. El problema de “lidiar con el estrés” para los jinetes es que tienden a pensar que el estrés es inevitable. Tiene que haber un estrés para que podamos lidiar con él. El jinete número 1 suele prosperar cuando se lucha contra él. Un enfoque alternativo al problema consiste simplemente en fortalecer nuestra estabilidad. Alentemos y apoyemos al jinete número 2 porque cuanto más fuerte sea, más difícil va a ser desequilibrarlo y más rápidamente recuperaremos el equilibrio.
Nos liberamos del estrés en la medida en que actuamos desde nuestro verdadero ser.
El estrés del jinete número 1 es un ladrón que si lo dejamos, nos robará la capacidad para disfrutar de nuestras vidas. Ciertamente, la vida es un maravilloso regalo, por lo tanto, si vivimos en un estado de estrés permanente estaremos perdiéndonos muchas cosas –dentro y fuera de la pista–. La necesidad de confiar en uno mismo y de ampliar la comprensión de nuestro verdadero ser es fundamental. Abandonar el juicio sobre uno mismo y sobre los demás mediante los conceptos de “bueno” y “malo”, nos abrirá el camino para acceder a la claridad.
El estrés es cada vez más común en una época en la que las presiones nos surgen de todos lados. En este sentido, una cosa es segura: las presiones exteriores se seguirán produciendo y probablemente aceleren su ritmo y aumenten su intensidad. La causa de la mayor parte del estrés puede resumirse con la palabra “apego”. Liberarse del estrés no implica necesariamente privarse de muchas cosas, sino más bien ser capaz de desprenderse del ego cuando sea necesario y saber que uno seguirá estando bien. Es algo que proviene del hecho de ser más independiente, con más confianza en los propios recursos interiores para mantener la estabilidad.
Esta sabiduría para crear una estabilidad interior es un requisito imprescindible para tener una buena vida en los tiempos que corren. Existe un jinete interior que tiene sus propias necesidades y que posee todos los recursos y capacidades con los que conseguir cualquier cosa en la vida. Cada jinete quiere disfrutar, aprender, comprender, apreciar, emprender, descansar, tener salud, sobrevivir, ser libre para ser lo que es, expresarse y aportar su propia contribución. Las necesidades del jinete número 2 se presentan con una urgencia moderada, pero constante. Una cierta sensación de satisfacción embarga a quien está actuando en sincronía con su jinete interior. La cuestión fundamental es saber qué tipo de prioridad les estamos dando a las necesidades del jinete número 2 con respecto a las infinitas y opresivas presiones exteriores. Cada jinete tiene que encontrar su propia respuesta a esta cuestión.
El mayor causante de nuestro estrés somos nosotros mismos, pero las exigencias con las que producimos estrés no son realmente nuestras, sino que las hemos incorporado únicamente porque las hemos escuchado desde pequeños o porque son socialmente aceptadas en la equitación. Pronto, estas exigencias comienzan a resultarnos muy naturales y es más fácil prestarles atención a ellas que a la llamada sutil pero insistente de nuestro propio ser.
Nos liberamos del estrés en la medida en que actuamos desde nuestro verdadero ser y dejamos que cada momento sea una oportunidad para que el jinete número 2 sea lo que es y disfrute del proceso. Se trata de un proceso de aprendizaje que dura toda la vida.